Es un presidente hiperactivo, cuya labor puede resultar muy positiva para Vigo si esa intención de frenesí hacedor redunda algún día – todavía es demasiado pronto – en resultados concretos.
Desde el puerto no se limita al puerto, ya se lanzó a intervenir en el aeropuerto. Una intromisión que se va a notar, ya se está notando. Es muy posible que consiga acelerar el Plan Director de Peinador y que esa terminal de carga aérea que se pretende tenga mayores posibilidades de salir adelante.
Por tierra, le corresponde adelantar las obras del Puerto Seco de Salvaterra y su imprescindible comunicación ferroviaria con Guixar y la Terminal de Bouzas, con parada en Citroën.

Tras su fracaso como candidato del Psoe en las autonómicas de 1997, Abel Caballero se vio obligado a dejar la arena política y pasar al – para él – ostracismo universitario, al tiempo que aprovechaba para hacer punto de cruz literario.
Por eso ahora vuelve con tanto ímpetu, tantas ganas de comerse el mundo. Es decir, Vigo.
En este un momento clave en el que el puerto necesita de gestión intensa y eficaz. La cuestión es: ¿pretende Caballero, en un futuro, convertirse también en alcalde de Vigo? ¿Podría ser el alcalde que Vigo desde hace mucho tiempo necesita?
Caballero va a toda pastilla, necesita dejar el puerto encaminado hacia su futuro cuanto antes. No dispone de mucho tiempo.
Además, si es así, si su objetivo es la alcaldía, deberá de buscarse un buen sucesor portuario que sepa continuar con un proyecto que es a varios años vista.
Aunque puede que no. Tal como van las cosas incluso es posible que Caballero pretenda ejercer de alcalde de la ciudad desde el mismo edificio de la Autoridad Portuaria. Lo cual no sería mala idea, si fuera factible.