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Artículos de Antonio Ojea publicados entre 15/09/2008 y 01/01/2012
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AUNQUE SE VISTA DE SEDA, PSEUDOMONA SE QUEDA

Un 23 F de 1977 había publicado en el periódico la noticia de que el Jefe Provincial de Sanidad de Pontevedra, a la sazón Francisco Javier Yuste Grijalba, había ordenado la retención de 200 cajas de Agua de Solares en los centros públicos de salud, porque unos análisis habían revelado la presencia de colonias de pseudomonas aeruginosas en las botellas cuya principal utilidad era la de suministrar su contenido a recién nacidos en las áreas de pediatría. ¡La que se armó!
El día anterior había llegado a mis manos una circular interna de la Jefatura Provincial de Sanidad con la orden de no suministrar aquella agua embotellada a los neonatos de los hospitales. Comprobada la autenticidad de la circular, el propio Yuste me hizo saber que había prometido al corresponsal de El País, Gerardo González Martín, facilitarle la información que me estaba confirmando, por lo que me pedía que retrasara la publicación hasta el día siguiente, para poder cumplir con su compromiso. Habida cuenta de que las “rivalidades” periodísticas entre Gerardo y yo nunca habían tenido zonas de fricción, le comuniqué al Jefe Provincial que ya había dado cuenta de la noticia y que me resultaría imposible aplazar su publicación.
El caso es que aquello proporcionó un esfuerzo adicional al colega de El País, quien hubo de retomar su actividad profesional, que ya creía rematada aquel día, para alcanzar la edición de provincias del rotativo madrileño. Y así fue que, el 23 de febrero de 1977, La Voz de Galicia y El País daban cuenta de lo de las pseudomonas y desataban una polémica que tuvo repercusiones laborales y comerciales de no poco calado.
Como era de esperar, la empresa salió en defensa de sus intereses, negando que su producto estuviese contaminado. El Jefe Provincial de Sanidad hizo lo propio en defensa de la profesionalidad de los técnicos de su departamento que habían detectado la contaminación y envió muestras al Instituto Pasteur de París, el cual confirmó sus análisis. Insistió la empresa exhibiendo un certificado de la Escuela Nacional de Sanidad que negaba la presencia de elementos contaminantes en el agua, a pesar de que otros cuatro análisis contradecían esta certificación.
Se daba la circunstancia de que un pariente mío ostentaba la jefatura del departamento de Microbiología del hospital de la Cruz Roja de Madrid y a él acudí en busca de otra confirmación. Pero, además de hallarla, tropecé con una perla que haría ascender la trascendencia de la noticia más allá de que todo se debiese a un descuido en proceso de embotellado del agua.
Todos pierden
Resulta que el autor del único análisis favorable a la empresa, el doctor Ruiz Merino, jefe de Microbiología de la Escuela Nacional de Sanidad que dirigía el doctor Primitivo de la Quintana, era también autor de un folleto publicitario, naturalmente hagiográfico y pagado, sobre el agua en cuestión, que incluía el eslogan “sólo sabe a agua” de la marca.
Tanto mi colega como yo, así como los periódicos que representábamos, nos pasamos una temporadita recibiendo presiones tanto de la empresa como de la representación de sus trabajadores, los cuales veían peligrar sus puestos de trabajo con la difusión de la noticia. Creo que hubo regulación de empleo (eso que hoy llamamos ERE) en la empresa, o que ésta cerró una temporada y, finalmente, el caso pasó a segundo plano.
Lo que me llamó la atención, más que nada, de todo aquello fue que las quejas por los efectos de la publicación no se circunscribieron a la marca cuestionada, porque en aquellos días en la redacción del periódico se recibieron angustiosas llamadas de varias empresas embotelladoras de agua mineral. Por lo visto, los consumidores suelen tener mala memoria para distinguir las marcas y se quedan con el producto genérico a la hora de extremar su protección.
O sea, que casi todas las empresas comercializadoras de aguas minerales estaban sufriendo una significativa caída en sus ventas y buscaban la difusión de que ellas cumplían toda la normativa y estaban libres de sospecha. Que yo sepa, hasta la fecha no han vuelto a producirse circunstancias como las narradas y pueden ustedes fiarse de la salubridad, o al menos inocuidad, del agua que les vendan en el súper.
Unos meses después, Francisco Javier Yuste Grijalba era elegido senador por el Partido Socialista y encargado de presentar, en sesión conjunta del Congreso y el Senado, la primera proposición de su grupo: un alegato republicano en un parlamento que acababa de aceptar la monarquía como forma del Estado.
Como me dijo un amigo, resumiendo la peripecia: “aunque la pseudomona se vista de seda, pseudomona se queda”.