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UN GRAN PRODUCTOR VIGUÉS
———— — CESÁREO GONZÁLEZ
SU VIDA FUE SU MEJOR PELÍCULA

Tras diversas y azarosas aventuras americanas, a su regreso fue el impulsor de una industria cinematográfica que, finalizada la guerra civil, era muy precaria en nuestro país. Ya en los años cincuenta y sesenta, y salvando todas las distancias, se convirtió en un productor a la americana, capaz de crear un potente ´star system´ nacional que exportó con notable éxito a México, Brasil y Argentina.

UN GRAN PRODUCTOR VIGUÉS | ———— — CESÁREO GONZÁLEZ | SU VIDA FUE SU MEJOR PELÍCULA

Las películas de Cesáreo González siempre anteponían al título el rótulo ´Suevia Films presenta´ sobre una imagen de la Ría de Vigo tomada desde A Guía sobre la que ondeaba, en blanco y negro o en colores, la bandera de la ciudad. Los vigueses que asistían al cine se sentían orgullosos.

Entre 1941 y 1967 produjo más de ciento treinta películas, cinco por año, a las que hay que sumar coproducciones con México, Brasil y Argentina. Protagonizadas por estrellas al estilo Hollywood de andar por casa que creó y lanzó Cesáreo González: Paquita Rico, Sara Montiel, Lola Flores, Carmen Sevilla, etcétera. Acompañadas de los actores Vicente Parra, Fernando Rey o Paco Rabal. Y astros mexicanos como Jorge Negrete y María Félix.

Pero también, de manera paralela, hizo posible parte de la magnífica filmografía de Bardem produciendo ´Calle Mayor´ y ´Muerte de un Ciclista, por ejemplo. Y de Berlanga, con la película ´Vivan los Novios´

A partir de su primera película, ´Polizón a bordo´, que decidió financiar en 1940 cuando todavía residía en Vigo dedicado a otros negocios, Cesáreo González supo levantar una potente industria cinematográfica española, todo un imperio basado en un sistema copiando desde lejos – esto en todos los sentidos – a la industria americana.

OTRA SINGULAR HISTORIA DE LA EMIGRACIÓN

Su propia biografía, como la de otros emigrantes que regresaron para convertirse en industriales en su tierra, es una peripecia de prolongado metraje. Vigués nacido en 1903, como no podía ser de otra manera hijo de orensanos, en este caso de Nogueira de Ramuín, la localidad natal de otro gran personaje casi coetáneo suyo, también de exitosa vida empresarial por una diferentes vía, Eduardo Barreiros.

En 1915, a la edad de doce años, Césareo González fue enviado a Cuba para acompañar y ayudar a un familiar dedicado a la venta ambulante. No existen muchos datos a partir de entonces, solo retazos, entre ellos uno que se repite: terminó por convertirse en jugador de póker semiprofesional, frecuentador de los hoteles y casinos de aquella Habana poblada de gángsters que en invierno bajaban al calor del Caribe desde Estados Unidos.

En un año indeterminado se trasladó – quizás tuvo que huir – a México donde un tío tenía una panadería y él se casó con su prima, dedicándose a los negocios familiares que más tarde vendió. En 1931, dieciséis después de haber tomado el barco de la emigración, con veintiocho años y un considerable capital, regresó a Vigo para abrir la Sala de Fiestas Savoy en la calle del Príncipe, conseguir la distribución de vehículos Citroën (eso se llama tener intuición de futuro) y darse de alta en la Falange (lo mismo, aunque más a corto plazo) como miembro de primera hornada, todo un «camisa vieja».

Sus actividades en los años de la contienda civil se ignoran, aunque no debió alejarse mucho de Vigo, puesto que en 1938 encargó al arquitecto Francisco Castro Represas el edificio racionalista de cuatro plantas que hoy lleva su nombre en la Plaza de Portugal.

Finalizada la guerra, en 1940 inicia su excepcional carrera cinematográfica como productor.

LAS BODAS DE PLATA DE SUEVIA FILMS SE CELEBRARON EN VIGO

Las oficinas de Suevia Films se encontraban en Madrid; pero sus orígenes y alma empresarial estaba en Vigo, como quería mostrar aquella bandera ondeante sobre la Ría que era el preámbulo de todas las películas.

En 1953, Cesáreo González inauguró el Gran Hotel, resultado de la remodelación del Hotel Moderno que había adquirido unos años antes, el fabuloso edificio modernista del arquitecto Pacewicz en el arranque de Policarpo Sanz. Y lo hizo a lo grande, claro, con la presencia de su fantástico elenco de estrellas de la época, todo un gran acontecimiento en una ciudad de algo más de cien mil habitantes.

Aunque todavía fue mayor el fiestón que organizó en 1965 con motivo de los veinticinco años de Suevia Films. En el mismo Gran Hotel de su propiedad y de nuevo con el protagonismo del elenco de sus actrices y actores, con proyecciones de sus películas en todos los cines de la ciudad. Cuentan las crónicas que Paquita Rico se arrancó a bailar por muiñeiras; y que Lola Flores expresó a la prensa que quería probar «pescaito», probablemente harta de tanta «pescaílla».

Una celebración y una fiesta a la que acudió y de la que disfrutó Manuel Fraga Iribarne, a la sazón ministro de Información y Turismo del Régimen y que por entonces se encontraba en plena forma física.

Cesáreo González, que tanto quiso a su ciudad, falleció en Madrid dos años después, en 1967, a la edad de sesenta y tres años. Con él desapareció aquel imperio cinematográfico de Suevia Films, dando paso a otros productores que siguieron su estela.

Era eso, un tipo realmente especial. Único entre casi todas las especies.

En Vigo lleva su nombre una calle en Las Traviesas, la que bordea por el sur el complejo deportivo municipal, que pocos conocen a quién está dedicada.

Fue un gran celtista y presidente del club en una corto periodo en los años cuarenta. El Celta era una de sus pasiones y siempre que el equipo lo necesitaba en aquellos tiempos de tantas estrecheces económicas, allí estaba él para echar una mano en no pocas ocasiones.

E.  LÓPEZ TORRADO

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