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01/03/2002
vigoempresa
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Directivos de Caixanova
Del presente de Caixanova se pueden destacar varios rasgos que amenazan con repercutir de forma negativa en el futuro de la entidad: la continuidad y protagonismo de Fernández Gayoso; la escasa entidad de sus directivos; el peligroso retraso tecnológico, con todas las carencias que muestra del Centro Informático; el descontento y desidia que resultan patentes en muchos de sus trabajadores, actitud provocada por mal aprovechamiento del mejor capital humano de la entidad.

Alguien que durante años trabajó en un puesto de responsabilidad técnica del Centro Informático lo expresó de manera bien precisa a esta revista: «si yo fuera el propietario de una cartera de valores, desde luego no permitiría que la gestionase Caixanova».
Las lagunas tecnológicas de Caixanova las padecen o padecieron muchos de sus clientes; pero es con la banca electrónica, mala e ineficaz, donde el desfase es más evidente respecto a otras entidades bancarias. En banca electrónica, Caixanova está muy por debajo de la media de la banca española, y a años luz – que en Internet son un par de años – de su competidora Caixagalicia.
El atraso de Caixanova y la poca importancia que concede a la imagen que transmite a través de Internet, se puede comprobar de manera muy simple: entrando en la página de Caixanova, y después haciendo lo propio con la de Caixagalicia. O la del Banco Pastor, o la de cualquier otro banco.
Sobre tan deficiente base informática, Caixanova anunció recientemente a bombo y platillo una próxima e inmediata expansión que sus responsables definen como internacional. En realidad se trata de propagar ese concepto de banca pueblerina que tanto gusta a Gayoso, la banca basada en el trato telefónico de los clientes con el director de la pequeña sucursal. ¿Para qué banca electrónica?
Con más de treinta y cinco años en el cargo, el director general de Caixanova es el decano de los dirigentes de todas las cajas españolas. En su momento, él mismo se encargó de organizar un poco disimulado pasteleo que le permitiese prolongar la situación y retrasar su jubilación. Según llegó a declarar, no había nadie con garantías para sucederle.
Lo cual sigue creyendo, porque siempre se cuidó de no tener cerca a nadie que pudiera hacerle sombra o amenazar su supervivencia en el pináculo de la entidad.
Dejando a un lado a Luis Carrera Pásaro, Director General Adjunto y teórico número dos, que procede de la dirección general de la extinta Caixa Ourense, que goza de buen prestigio profesional (al que Gayoso no tuvo más remedio que aceptar a su lado, porque su nombramiento vino impuesto por la fusión); a Serafín Quinteiro Blanco, que llegó de Caixa Pontevedra; y a Alfonso Cortés Castañeda, también procedente de Caixa Ourense, el Director General cuenta con otros cuatro directores adjuntos que forman su «guardia de corps»:
- Oscar Nelson Rodriguez Estrada, nacido en Caracas a finales de los años 40, economista. Entró en Caixavigo en 1976. Controla la División de Medios y Coordinación Interna.
- Gregorio Gorriarán Laza, vasco, se incorporó a la entidad en 1990, desde un puesto muy modesto en Arthur Andersen. Nadie sabe bien como ingresó. Por los despachos circulan comentarios sobre supuestos comportamientos inadecuados en público, poco acordes con su cargo. Lleva la División Comercial de Caixanova.
- José Luis Pego Alonso, natural de Ferrol, más discreto y escondido que los anteriores. Después de realizar un curso en las Escuela de Negocios, cumplió su deseo de entrar en Caixavigo en 1985. Cuenta con tan sólo 45 años, y, ahora mismo, parece ser el hombre de confianza de Gayoso, desde su puesto en el Gabinete de Apoyo a la Dirección General.
- Angel López-Corona Davila, vigués, director de la División Financiera. Aparece en las fotos oficiales con expresión afable. Comenzó a trabajar en Caixavigo en 1975. Podría ser un técnico medio de cualquier ministerio.
Son los cuatro anodinos coroneles de Gayoso, coroneles de cuchara, por utilizar un símil militar, dentro de sus diferencias tienen algo en común: nunca destacaron en nada. Y esto, a ojos de su jefe, parece que es el mejor mérito para llegar a ocupar los principales despachos de Caixanova. Algo normal, si se piensa, porque el mismo Gayoso es un gran y notorio mediocre.
En los primeros años 70, Oscar Nelson Rodríguez Estrada se encontraba en Madrid estudiando e intentando ingresar en lo que por entonces se llamaba Escuela Oficial de Cinematografía, algo que no consiguió tras varios intentos.
A cambio, cuando terminó Económicas se montó su propia película en Caixavigo, a partir de un guión cuyas secuencias iniciales conocía muy bien: días antes de que el tribunal de las oposiciones hiciese públicos los resultados, él ya se encargó de hacer saber a sus amistades que había aprobado. Al parecer, era un protegido del por entonces todo poderoso Manolo González; y muy pronto, pocos meses después de su ingreso, regresó a Madrid, en esta ocasión para formarse en relaciones laborales. Posteriormente le encargaron la tarea de organizar el primer sindicato amarillo que funcionó en Caixavigo.
En ocupaciones de relaciones laborales ya permaneció, hasta alcanzar su actual puesto de director de la División de Medios y Coordinación Interna, especie de eufemismo para definir el manejo de la fuerza laboral de Caixanova.
Además, entre los años 1996 y 2001, Rodríguez Estrada aparece como vocal consejero, y posteriormente administrador, de la ETT Cenpla, empresa que se encarga de proporcionar a Caixanova, como antes a Caixavigo, el personal interino necesario para cubrir bajas por vacaciones o para determinados trabajos temporales.
Precisamente, en el mes de Abril del 2001, poco después de la fusión con las otras cajas, Caixanova sufrió un tropiezo en el Juzgado de lo Social Nº 5, cuyo titular condenó a la entidad a reconocer como empleadas fijas, o indemnizar, a dos contratadas como eventuales en el Centro Informático – a través de Cenpla -, y que permanecían en tal situación. El juez calificó el contrato de fraudulento: a lo largo de dos años y medio, las denunciantes cobraron de Cenpla algo más de siete millones y medio de pesetas; mientras que Cenpla, también por cada una de ellas, percibía de Caixavigo, unos once millones y medio de pesetas, una diferencia de cuatro millones.
Es decir, un beneficio de casi dos millones al año por trabajador, cantidad nada despreciable, si consideramos que en la misma situación se encontraban en ese periodo, entre Junio de 1998 y Enero del 2001, una media de 16 empleados del Centro Informático. Estos aceptaron mansamente el fin de su contrato eventual, sin atreverse a reclamar lo que les correspondía ante el Juzgado de lo Social.
La misma sentencia señala expresamente que Oscar Rodriguez Estrada figuraba entre los consejeros de Cenpla, circunstancia que cambió meses después, en Septiembre del 2001, cuando desde la delegación viguesa de un diario regional alguien llamó al directivo de Caixavigo para comunicarle que aquello podría trascender.
También hay que decir que, con motivo de la fusión, 58 trabajadores eventuales de Caixavigo – que durante años habían estado cobrando de Cenpla – entraron entonces como fijos en Caixanova, obligando el Tribunal Superior de Xusticia de Galicia a la entidad a homologar sus condiciones salariales con las del resto de la plantilla.
Rodríguez Estrada
Cenpla comparte bajo con la sucursal que Caixanova tiene en la calle Camelias, número 74. La empresa pertenece al Grupo Cresan, con sede en Madrid.
Otra empresa relacionada con Caixanova es la denominada Centro Informático de Vigo, S.A., más conocida por Císer, dedicada a labores de mensajería, incluyendo impresión, ensobrado y clasificación de correspondencia. El mismo Grupo Cresan propietario de Cenpla es principal accionista, junto con Caixanova. En su consejo aparecía Fernández Gayoso en 1996, y a partir de 1998 Rodríguez Estrada. Su sede social se encuentra dentro de las instalaciones del Centro Informático.
Diferentes sociedades en las que Rodríguez Estrada figuraba como consejero en la primera mitad del año 2001 son Inversiones Social Docentes del Ahorro Benéfico Español, S.A., con sede en Málaga y participada por Unicaja; Euro 6000 S.A.; y Compañía de Servicios de Castilla y León. En años anteriores también aparecía como consejero de Almonte 21, empresa de promoción inmobiliaria con sede en Madrid, entre cuyos accionistas principales se encuentran los Díaz Obregón; pero cesó en 1999.
De Xaceváns Inversiones, con sede en Madrid, era Rodríguez Estrada administrador único.
Cuando Caixanova, con Gayoso de estrella, acompañado a derecha e izquierda por los fieles escuderos Oscar Nelson Rodriguez Estrada y Gregorio Gorriarán, anunció a bombo y platillo su famosa «expansión internacional», un diario de Vigo no tuvo inconveniente alguno en publicar en la misma página en la que ofrecía la información un anuncio de Caixanova a todo faldón, a cinco columnas.
El mismo diario prohibe expresamente a sus colaboradores cualquier comentario en sus artículos que pueda resultar de alguna manera lexivo para Caixanova.
Y aquí hay que recordar a ese delegado en Vigo de un diario gallego que, en lugar de investigar la información que le había llegado acerca de las conexiones de Rodríguez Estrada con empresas que prestan servicios a Caixanova, le faltó tiempo para levantar el teléfono y poner al Director General Adjunto sobre aviso, desperdiciando así la oportunidad de hacer periodismo de verdad.
Pero, claro, ante el generoso y bien repartido presupuesto publicitario de Caixanova, los medios de comunicación gallegos prefieren actuar como turiferarios que como transmisores de información. Aunque tal presupuesto publicitario esté, probablemente, más pensado para comprar silencios que para recibir inciensos.
Por ejemplo, de lo que durante años estuvo ocurriendo en la Escuela de Negocios de Caixavigo – por cierto, incluida en la Obra Social – jamás se publicó nada, a pesar de que en las redacciones se sabía muy bien.
La gran cortina de humo, artístico humo, en variados coloridos y formas, que utiliza Caixanova para esconder sus carencias de funcionamiento como entidad bancaria, es la extensa colección de arte heredada de Caixavigo y la programación de su Centro Cultural. No sólo sirve para vender lo excelsa que es la Caixa, y los buenos que son sus directivos, que proporcionan a la ciudad estupendos caramelos culturales (su obligación, por otra parte, de acuerdo con los estatutos), sino que actúa, precisamente, como uno de los principales canales proveedores de esa publicidad tan útil y eficaz para otros menesteres.
Y ya como colofón, no sería justo terminar sin decir que Caixagalicia hace algo muy parecido, sino igual, con el manejo de su publicidad. Lo que ocurre es que, como entidad, Caixagalicia funciona muchísimo mejor que Caixanova. Porque en lugar de estar Gayoso al mando está Méndez, y porque sus directivos están muy por encima de los directivos de Caixanova.