Punto de Mira

CARLOS MOURIÑO ATANES
– EL JEQUE DEL CELTA

Por aspecto y presencia actuales, al presidente y propietario del Celta ni siquiera le hace falta lucir la tradicional vestimenta de los caudillos árabes

CARLOS MOURIÑO ATANES | – EL JEQUE DEL CELTA

Es literal. El petróleo lo encontró Carlos Mouriño en México. El mismo petróleo de la estatal Pemex que distribuye y también vende directamente mediante gasolineras propias por todo Campeche, estado sureño en el cual amasó su fortuna levantada gracias a la levadura primero proporcionada por sus contactos en el mundo de la emigración gallega y  después por sus conexiones políticas a la manera mexicana. Por las especiales y con mucha frecuencia irregulares prácticas en la cadena de distribución y servicio de combustibles que se siguen por allá, un único surtidor ya puede dejar unos buenos beneficios de carácter extra, por decirlo así.

Carlos Mouriño, nacido (1943) en el vigués Barrio de O Cura, era un modesto administrativo que un día, ya superando los treinta años, a finales de los setenta, decidió hacer una pequeña maleta y lanzarse a la aventura mexicana. Recién llegado a la capital federal conoció a la hija de un emigrante orensano, se casó con ella y a través de los círculos de los empresarios paisanos fue introducido en el mundo de los negocios.

En 2006 regresó a Vigo – su familia y el grueso de sus negocios siguen en México – y decidió comprar el Celta. En principio resultó una mala inversión, pues, según sus propias palabras, le vendieron una manzana podrida. O sea, que le levantaron una pasta; y años más tarde tuvo que poner, en concepto de préstamo, ocho millones adicionales, puesto que la quebrada SAD Celta de Vigo se encontraba en trance de desaparición. En otras palabras, salvó al equipo.

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Ya convertido en un peculiar jeque de raíces nativas, se hizo construir – a partir de las instalaciones del antiguo Círculo  Mercantil – una gran mezquita palacio en la calle del Príncipe, esa que luce enorme cúpula que, a falta de una luna creciente, debería estar rematada por el escudo del equipo.

Es el alcázar de trabajo de Mouriño. Un apellido que muy probablemente venga de ´mouro´ o ´mouriscado´, que haber los hubo en Galicia, descendientes de los moriscos levantiscos que, obligados, llegaron a las comarcas montañosas del interior de Orense trasplantados desde el sur de la Península Ibérica en tiempos de Felipe II, tras una gran rebelión en las Alpujarras granadinas. En gustos decorativos de su entorno habitacional y de despacho, con tendencia a lo recargado y siempre con toques dorados, Mouriño es bastante mouriscado, también en su habitual indumentaria personal, no importa que a la occidental.

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Como jeque, al igual que los magnates de países del Golfo Pérsico propietarios de equipos de fútbol, en ocasiones fue caprichoso y veleta. Mientras los jeques de verdad lo son por desconocimiento y prepotencia, en el caso de Mouriño ello se debió y todavía se debe a su condición de hincha celtista en ocasiones metido a técnico, sobre todo en sus primeros años.

A pesar de en su momento haber salvado al Celta, es un jeque controvertido que no se ha ganado el favor de la afición. De las gradas, en no pocas ocasiones, han salido protestas y abucheos.

Ahora parece que hay un cambio de rumbo, una gestión más puramente empresarial. El Celta de Vigo es una empresa que puede tener un gran valor de mercado; y el hombre de negocios Carlos Mouriño tiene, como todos, una fecha de caducidad. De esto es muy consciente y lleva años preparando como sucesora a su hija Marian, también al frente de GES, el grupo empresarial familiar.

En esto, ciertamente, se diferencia de los verdaderos jeques árabes. Una hija como sucesora.

En cuanto al porvenir de la propiedad del Celta, el equipo podría, efectivamente, caer en manos de un millonario árabe, haciendo los Mouriño un gran negocio. Pero los últimos movimientos apuntan en otra dirección: un conglomerado mexicano quizás con fuertes conexiones financieras en Estados Unidos.

El tiempo lo dirá. Y el papel del Celta en la temporada que acaba de comenzar tendrá mucho que ver.

V.E

 

 

 

 

 

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