No espera a que suban los demás pasajeros, por el contrario, es de los más diligentes para entrar en el aparato. Así, desde una estratégica posición, puede saludar a los conocidos – entre ellos algunos empresarios destacados – que se van dirigiendo hacia atrás para ser «enlatados» en clase turista. Muy sonriente, les dice cosas como esta: «Fulanito, a ver si encuentras tu asiento, no te confundas». O también: «¿Qué, a la capital?»

Los saludados le sonríen fugaz y malamente. Lo que piensan o comentan después es fácil de adivinar.

Como es hora temprana de la mañana le sirven una tortilla tipo «business» que presenta un asqueroso aspecto, preparada al menos dos días antes, que devora con ansia.

Ya llegando a Madrid, durante la maniobra de aproximación el saludador, que había solicitado todos los periódicos disponibles, se dedica con amplios ademanes y ante la mirada sorprendida de la azafata – a la que ya le había llamado la atención su forma de devorar la tortilla –  a recortar las páginas económicas, para después doblarlas varias veces antes de guardarlas en un maletín. Para leer en el taxi, es de suponer.

¿Quién es el saludador? Fácil, no hay muchos candidatos. Pero una pista: lleva años esperando a que le nombren «conselleiro» de algo, preferiblemente de industria.

PUBLICADO ANTERIORMENTE (22/03/2004): FEO ASUNTO LABORAL EN ANFACO