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29/09/2022
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El TIEMPO DE LOS TRASATLÁNTICOS
(en los tiempos de la emigración)
No eran hoteles de lujo flotantes como los cruceros de hoy, aunque tenían amplias zonas y camarotes de categoría superior para los pasajeros más privilegiados. Pero la gran mayoría del pasaje era alojado en condiciones precarias, en estancias colectivas y con mala alimentación. Eran singladuras duras y largas, para muchos excesivamente largas, tanto que muchos de aquellos emigrantes, se puede decir que la mayoría, nunca consiguieron regresar

El Atlántico se cruzaba por vía marítima en las naves que cubrían las rutas entre Europa y los países de América. Los buques que partían de Vigo lo hacían para trasladar a emigrantes gallegos hacia la diáspora americana, cientos de miles, pues en la primera mitad del Siglo XX nuestro puerto era el de mayor tráfico de este tipo, en el que embarcaba un mayor número de pasajeros de toda la península, por delante de Lisboa.
Uno de aquellos buques era el Alcántara, en la postal que reproducimos arriba. Y los gemelos Santa María y Veracruz, portugueses; los también gemelos, aunque españoles, Monserrat y Begoña; y no pocos británicos con nombre en español, porque en nuestro país estaba su principal mercado. Eran, por ejemplo, el mismo Alcántara y también el Aragón y el Arlanza. Algunos todavía navegaban en los años sesenta y setenta del pasado siglo y permanecen en la memoria de muchos vigueses mayores de cincuenta años.
Una historia, la de los trasatlánticos y la emigración, que se remonta a finales del Siglo XIX y principios del XX.
ENORME ÉXODO
El Alcántara pertenecía a la británica Royal Mail Steam Package, en Vigo conocida por la Mala Real para simplificar la pronunciación. Tras la Segunda Guerra Mundial y hasta avanzados los años 50 realizaba, lo mismo que su gemelo el Asturias, el viaje a Bahía, Río, Santos, Montevideo y Buenos Aires. La emigración hacia América desde Galicia constituía un gran mercado para la Mala Real, ese era el motivo por el cual sus barcos destinados a estas líneas llevaban nombres españoles.
Un éxodo que experimentó sus picos más elevados a principios del pasado siglo. En el año 1913 se despacharon en Vigo 733 trasatlánticos – algún día coincidiendo seis en el puerto -, en los que embarcaron 44.301 pasajeros, más de la mitad con destino a la Argentina.
Otros vapores pertenecían a compañías alemanas, francesas.
Tras la Segunda Guerra Mundial – después de un largo paréntesis provocado por la Guerra Civil española y la contienda europea – se produjo una segunda gran oleada migratoria. Entre 1951 y 1960 partieron 226.000 personas; pero el principal destino ya no era Argentina, que seguía siendo muy importante, sino Venezuela.
En 1952 se produjeron 174 escalas, que fueron 283 en 1954. A partir de entonces la emigración comenzó a decrecer, aunque se mantuvo unos años. Fue cuando, a mediados de los 50, comenzaron a aparecer los primeros cruceros, al principio algunos de los mismos barcos que habían estado dedicados a la emigración, como el Arcadia. En 1954 llegaron a Vigo por mar 5.046 turistas.
EL NEGOCIO DE LA EMIGRACIÓN
En aquellas épocas se daba la paradoja de que siendo Vigo la única ciudad gallega capaz de generar trabajo gracias a su industria, era también la que en mayor medida se beneficiaba mercantilmente de la salida de cientos de miles de gallegos hacia América.
El movimiento de la emigración resultaba un buen negocio para diversos sectores. Para las pensiones y mesones próximos al puerto, por ejemplo, también para los que se dedicaban a abastecer a los buques.
Pero lo era, sobre todo, para las empresas consignatarias en manos de la burguesía local. En torno a 1910 ejercían su actividad en Vigo una veintena de agencias de consignación. Entre ellas la de la familia Durán, fundada en 1878, que representaba a la Mala Real. Y otra era Antonio Conde, que se hacía cargo de los barcos de las navieras francesas Chargeurs Reunis y Compagnie Generale Trasatlantique.
Operaban en Vigo otras doce compañías de navegación europeas, entre ellas las alemanas Nerdents Eder Lloyd y Nord Deutcher Lloyd.
La estatal Compañía Trasatlántica Española, en cambio, omitía el puerto de Vigo, debido a presiones ejercidas desde A Coruña. Aunque, por fin, a finales de 1928 el Marqués de Comillas inauguró la tan reclamada línea entre Vigo y Nueva York; y otros vapores de la compañía comenzaron a ofrecer conexiones con Filipinas tocando en Port Said, Colombo y Singapur.
Artículo muy relacionado: TIEMPOS DE EMIGRACIÓN
Y un interesante enlace: Los buques «Alcántara» de la Mala Real Inglesa»