Punto de Mira
Artículo publicado
15/01/2012
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LA SONRISA DE FRESITA SE VA A MADRID
Con su amiga Ana Pastor, que lo es y muy íntima. A la Pastor, como se veía venir, le tocó uno de los premios más gordos en la piñata que el nuevo presidente de gobierno organizó para sus amigos de Pontevedra; y, también como era previsible, se lleva a su compañera (de partido) al ministerio … Continuar leyendo "LA SONRISA DE FRESITA SE VA A MADRID"

Con su amiga Ana Pastor, que lo es y muy íntima. A la Pastor, como se veía venir, le tocó uno de los premios más gordos en la piñata que el nuevo presidente de gobierno organizó para sus amigos de Pontevedra; y, también como era previsible, se lleva a su compañera (de partido) al ministerio de Fomento.
No es la primera vez que Lucía sigue a Ana a Madrid. Lo hizo entre 1996 y 1999, cuando Pastor iniciaba su espectacular carrera política siempre de la mano de Rajoy, por aquella época como subsecretaria del ministerior de Educación y Cultura. Por entonces compartieron apartamento en el Barrio de Salamanca.
En 1999, Lucía regresó a Vigo, mientras Ana Pastor permaneció en la capital a sus cosas: subsecretaria de Interior entre los años 2001 y 2002 y ministra de Sanidad entre julio 2002 y abril 2004.
En Vigo ejerció como concejala siempre sonriente, amable y agradable con todos. La sonrisa del ayuntamiento, se podría decir. Ella sonreía y se reía por dentro mientras los que mandaban en la Casa, Perly y Figueroa la ponían a parir y trataban de putearla. Ella, sintiéndose protegida, no quería molestar a nadie; pero a Corina su figura y presencia la incordiaba. Puede que por envidia de algún tipo, quizás porque la Molares es de Vigo de toda la vida, es persona culta y goza de otro encaje social, a saber.
Total, que a Fresita, que es buena gente a la que gusta muchísimo la política, que además se divierte y disfruta estando y siendo, tras el desastre de Perly la ascendieron a Delegada de la Xunta y amplió todavía más su sonrisa.
Ahora, Ana Pastor, convertida en potente ministra de Fomento se la vuelve a llevar con ella, en esta ocasión como directora general de Sepes, la Entidad Estatal de Suelo, todo un cargo.
Lucía Molares y Ana Pastor se conocieron en Vigo por los noventa, cuando la segunda era directora general del Sergas y Fresita funcionaria. Allí nació una fuerte amistad a la sombra protectora de la política, bajo el permanente amparo de Rajoy, que de esto entiende no poco.
Suerte para las dos. Que la tendrán. Además, juntas no estarán solas.
V.E