Punto de Mira
Artículo publicado
09/08/2022
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SALVAJADA TAURINA
EN PONTEVEDRA
(mientras en Vigo se celebra O Marisquiño)
Se trata del espectáculo más bárbaro, de máxima crueldad contra animales. Algo que nada tiene que ver con nuestra cultura y forma de ser. Sin embargo, en Pontevedra, tienen a gala celebrar salvajes corridas de toros. Presumen de ello, de ser la única ciudad de Galicia donde se produce esta cruel brutalidad que nos es tan ajena a la inmensa mayoría de los gallegos

Los días trece y catorce de Agosto por las calles pontevedresas, organizadas en pandillas, circularán cientos de personas beodas gritando y cantando. Van o vienen de los toros, de alguna de las dos corridas que se celebran esos días. Muchos de ellos son votantes del Bloque Nacionalista Galego que – tan contradictoriamente – en esos días olvidan las diferencias propias y los valores que predican.
En un pequeño y feo coso incrustado entre edificios, una remota imitación de un circo romano, unos miles de bárbaros espectadores constituidos en masa enardecida gozarán, como una masa enardecida, gozando vitorearán la prolongada sangrienta tortura de sucesivos toros a manos de artísticos matarifes ´vestidos de luces´, armados de capa y espada. Ello tras el previo aplaudido suplicio del animal víctima a manos de picadores y banderilleros. Es una ´fiesta´ de sangre, cuyos efluvios de sudores, sangre y mierda llega a los alcohólicos tendidos, lo que excita todavía más a los bárbaros espectadores que se autodenominan ´aficionados´.
CON UN ALCALDE DEL BLOQUE NACIONALISTA GALEGO
Algo tan ajeno a Galicia, a nuestra idiosincrasia, que ocurre en la ciudad de Pontevedra, donde si tienen un alcalde del Bloque es porque buena parte de sus ciudadanos votan a esa opción política. Una tremenda contradicción; pero que tiene sus interpretaciones.
Un alcalde con más de dos décadas al frente del ayuntamiento gracias a una excelente gestión municipal; pero que no se atreve a prohibir las corridas de toros porque sabe – seguimos en la contradicción – que eso le restaría un número de votos que le haría perder la alcaldía. También por eso los máximos responsables de la formación política nacionalista miran para otro lado.
Las corridas estén vetadas en varias autonomías, también en numerosas ciudades y pueblos de la geografía nacional. En Galicia así debería ser también, por mayores poderosas razones.
Nos es algo totalmente ajeno. Excepto en Pontevedra. Donde además presumen de ello.
(En sus buenos tiempos, Mariano Rajoy, gran puro humeante en la boca, era un asiduo de las corridas de Pontevedra. Y esa maldita plaza de toros era el lugar elegido por el Partido Popular para poner en escena no pocos de sus mítines políticos)
VERGUENZA Y DESHONRA PARA TODA GALICIA
Esta salvajada que averguenza a casi todos los gallegos tiene lugar precisamente en Pontevedra, que en tantos otros aspectos es una ´boa vila´. Y, como es lógico, esos días de las corridas tendrán lugar en la misma Pontevedra fuertes manifestaciones antitaurinas protagonizadas por gentes procedentes de todos los rincones de Galicia.
Qué triste, corridas de toros en una pequeña ciudad tan gallega que cuenta en su casco histórico con uno de los conjuntos urbanos más bellos de arquitectura tradicional urbana, con calles y plazas tan propicias para apacibles andares. Un marco que nada tiene que ver con la barbarie taurina.
Son unas crueles corridas que forman parte de las fiestas locales y verdaderos atentados contra el ser y sentir de la generalidad de los gallegos.
Que coinciden con el internacional O Marisquiño que por las mismas fechas se celebra en Vigo.
Es la Xunta de Galicia la que debería prohibir el bárbaro espectáculo del martirio público de las corridas de toros en nuestra geografía.
Sería lo lógico y consecuente.
V.E
En Inglaterra existe desde hace mucho tiempo una especie de sanidad pública para animales, a la que acuden propietarios de mascotas que no tienen medios para contratar servicios veterinarios privados o prefieren no hacerlo. En el funcionamiento de ese servicio nacional existe una norma muy taxativa: los veterinarios están obligados a denunciar cualquier indicio de crueldad con los animales. Entre otras razones porque se infiere que alguien capaz de maltratar animales también será proclive a hacerlo con las personas. A los denunciados – pocos, porque allí no se suele dar – se les inscribe en un registro.