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Tribunas publicadas entre 30/10/2007 y 01/05/2009

Vigo mueve Galicia

Sin embargo, algo tan palmario no era considerado ni entraba en los planes del ejecutivo anterior. El Señor Fraga personalmente percibía a Vigo como una entidad poblacional casi extraña al resto del país, lo que también les sucede a otros muchos gallegos.
Para ellos, Vigo, al sur, es como un territorio aparte. Una ciudad distinta, diferenciada, con otro ritmo y peculiar carácter colectivo, una urbe que no les semeja gallega. Al menos, no gallega del todo. Por lo tanto – independientemente de actitudes históricas que trataron de frenar su desarrollo, obviamente sin conseguirlo, aunque sí perjudicarlo -, les produce cierto rechazo. En algunos casos algo parecido a vértigo cuando nos visitan.
A los vigueses que se mueven por latitudes norteñas con frecuencia les sorprende el desconocimiento que existe acerca de Vigo, el hecho de que un considerable número de personas ni siquiera estén bien informadas de su verdadera dimensión industrial, empresarial y grado de desarrollo. Como si no quisieran verlo.

Precisamente por ser diferente al resto de las ciudades gallegas, por poseer una energía, fuerza y carácter emprendedor que son producto de sus orígenes como primer emplazamiento de desarrollo industrial y no de su localización geográfica, Vigo es lujo para Galicia.
Siendo así, estando una buena parte del país todavía lastrado por una idiosincrasia de atraso, no es sólo un lujo, sino casi un milagro que en este rincón noroeste se encuentre una de las ciudades más pujantes de España, incluso del sur de Europa, líder en sectores como la automoción, pesca o investigación marina, con una potente industria naval.
Por lo que los gallegos en general deberían estar, además de satisfechos, también orgullosos de contar con una ciudad como esta.
Si en Galicia existieran algunos otros núcleos de progreso con el mismo dinamismo que posee Vigo, seguro que Galicia no se encontraría a la cola de las regiones europeas y españolas, sino más bien cerca de la cabeza.

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