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VIGO SE HIZO Y CRECIÓ MEDIANTE
GRANDES NECESARIOS RELLENOS

Este artículo se publicó originalmente el 20 del Octubre de 2020

VIGO SE HIZO Y CRECIÓ MEDIANTE | GRANDES NECESARIOS RELLENOS

En los años 60 se comenzó a llevar a cabo el espectacular relleno de Bouzas para la Zona Franca, sin el cual no contaría Vigo hoy con la gran planta automovilística de Balaídos ni con una potente industria auxiliar de automoción de la que dependen más de veinte mil familias. Así pudieron comenzar a exportarse a Europa y otros continentes los vehículos Citroën, los únicos producidos por entonces. 

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Aunque muchos vigueses, Vigo careció de instalaciones portuarias propiamente dichas hasta avanzado el Siglo XX. En los tiempos de la emigración, con un intenso movimiento marítimo, los numerosos trasatlánticos estaban obligados a fondear en medio de la Ría.

Los ingresos provenientes de aquel tráfico provocado por el éxodo que llevó al otro lado del Atlántico a cientos de miles de personas se destinaban – en la segunda mitad del Siglo XIX y principios del XX – a la construcción y mejora de las instalaciones portuarias de A Coruña, con una actividad mucho menor.

Al tiempo que en Vigo el único muelle realmente operativo era el llamado ´muelle de hierro´, inaugurado en 1893, situado donde hoy se encuentra el edifico de la Xunta, una instalación precaria destinada al movimiento comercial y que sólo pudo ser una realidad gracias a la iniciativa privada.

EL ARRANQUE DE UNA GRAN CIUDAD

Del primer gran relleno, que se llevó a cabo en torno a 1870, son producto las actuales Avenidas, la Alameda y las calles adyacentes. Porque antes el mar llegaba hasta el arranque de la calle Velázquez Moreno.

Pero Vigo seguía sin las infraestructuras portuarias que precisaba. Ni siquiera existieron proyectos hasta bastante más tarde, ya corriendo 1910, cuando se presentó el famoso Plan Cabello, de la autoría de Eduardo Cabello Ebrentz, ingeniero por entonces al frente de una maniatada Junta de Obras del Puerto, unas obras que no existían. El proyecto no podía salir adelante debido – una vez más – a las interesadas maniobras políticas del Norte, pues insistían en seguir aprovechándose de los ingresos de un puerto de Vigo que ni siquiera contaba con dependencias de Aduanas (se inauguraron en 1940).

Hasta que el mencionado muelle de hierro resultó destrozado por un temporal en 1922 y entonces, en gran manifestación, la ciudad se levantó clamando por la necesidad de muelles. Es decir, los vigueses pidieron con fuerza los imprescindibles rellenos.

Reclamaciones ciudadanas que fueron atendidas al fin por un gobierno fuerte, el de Primo de Rivera, que en 1924 aprobó las dotaciones estatales para la puesta en marcha del Plan Cabello. Lo que motivó que el general Primo de Rivera obtuviera un gran recibimiento en la visita que aquel año realizó a la ciudad.

Los rellenos para la construcción del puerto comenzaron.

Hasta que diversas circunstancias y posteriormente la guerra civil paralizaron unas obras que se pudieron reanudar tras el final de la contienda española. Tarde, aunque en buena hora, se se llevaron a cabo los extensos rellenos del Berbés; de todo Orillamar hasta Bouzas; del Muelle de Trasatlánticos; y del amplio espacio del Areal, que en la época era una franja arenosa deteriorada y maloliente sobre la que se habían asentado las antiguas fábricas de salazón.

VIGO NO EXISTIRÍA SIN LAS MENCIONADAS ACTUACIONES

Sin la terminal de Bouzas, un gran centro logístico, Vigo carecería de esa industria de automoción que es vital para nuestra economía. Gracias a un relleno al que no faltó oposición, como la protagonizada por un colectivo que explotaba en la zona un banco de ostras.

Como sin el relleno del Berbés – de la Ribera del Berbés, que antes se decía – nuestro puerto nunca se hubiera situado como uno de los más importantes de pesca en el mundo. Y sin el Muelle de Trasatlánticos, no contaría la ciudad con al actual tráfico de cruceros.

Sin el gran relleno del Areal, que se realizó en los años 50, no contabilizaríamos el considerable movimiento de contenedores que permiten la exportación e importación de mercancías, que son más de 4,5 millones de toneladas anuales en la actualidad.

Sin los grandes los rellenos llevados a cabo Vigo no sería la ciudad que vivimos, sino una pequeña localidad litoral de escasa industria. Y la Ría sigue siendo maravillosa, quizás mejor que la del Siglo XIX, más al alcance para su disfrute de todos los habitantes de una urbe con un gran presente y que se proyecta de forma prometedora hacia el futuro.

J. PELOURO

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EDUARDO CABELLO EBRENTZ. ARTÍFICE DEL PUERTO DE VIGO

 

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